lunes, enero 15, 2007

La guerrera y la princesa

En una mesa de un restaurante de Caracas estàbamos cuatro mujeres sentadas. Nos conocemos desde hace por lo menos 10 años. Todas somos profesionales graduadas. Todas somos independientes. Todas hemos vivido solas. Todas hemos viajado. Todas nos sentimos orgullosas de tener los pantalones bien puestos y ademàs, màs de una vez todas hemos dicho que no necesitamos a un hombre a nuestro lado para ser feliz. Ah! Y todas somos solteras y en este momento no tenermos una pareja estable.

Las escucho hablar de los hombres y no puedo dejar de sentir cierta desazòn. Las miro y ràpidamente puedo decir que hablan desde su rol de guerreras, de mujeres que creen que pueden con todo, mujeres activas, de esas que pagan sus cuentas y cambian un caucho si es necesario, mujeres que no piden ayuda, mujeres a las que les cuesta mostrarse vulnerables. Las reconozco porque hasta hace pocos meses èse era mi rol preferido o quizà el ùnico que utilizaba.

Hasta hace unos meses, catalogaba a la vulnerabilidad como algo negativo. ¿Mostrarme necesitada? Ni de vaina! ¿Mostrarme vulnerable? Ni por error!

Ser una guerrera no es un problema en sì. La fuerza femenina es una realidad y me siento orgullosa de tener esta energìa conmigo. El problema, para mi entender, aparece cuando como mujer me quedo tan pegada en mi rol de guerrera que se me olvida còmo ser princesa. El problema se agiganta cuando soy tan guerrera que los hombres no son màs que indios que no me llegan ni a los talones.

Eso tratè de explicarles a mis amigas en esa mesa del restaurante. Esta idea simple y a la ves compleja de que mientras màs reconciliadas estemos con nuestra princesita o mientras màs en contacto estemos con nuestra egergìa femenina (receptiva, pasiva, que espera), mejor serà nuestra relaciòn con el sexo opuesto.

No en vano he escuchado en muchos ejercicios terapèuticos relacionados al tema de lo masculino y lo femenino que mientras màs mujeres somos como mujeres, màs se desarrolla el hombre que està en los hombres. Y por lo tanto, mejor podrà ser la relaciòn entre lo que por naturaleza està para complementarse.

Si como mujeres dejamos de competir con los hombres, bien sea por un cargo, una posiciòn, por el dinero o por quièn tiene la razòn, creo que mejor nos irà en nuestro rol femenino, porque podremos dedicar nuestra energìa y tiempo en ser mujeres, en ser pasivas, en ser receptoras, en aprender a esperar y a recibir.

La invitaciòn que me hago a diario y que le hago a las mujeres que tengo a mi alrededor es la de sacar a pasear con màs fecuencia a nuestra princesa y sentirnos orgullosas de ella, con su vulnerabilidad, receptividad y pasividad, caracterìsticas de las que tambièn me siento orgullosa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo cuando puedo y me acuerdo, saco mi coronita, más chiquita que la de la Chinita pero igual de bonita. Y yo sí me caigo y con mucha honra me dejo levantar (aunque a veces no me guste tanto)

Anónimo dijo...

Amiga, que "casual" tropezar con este escrito en estos dias que ando con ese dilema en la cabeza... Sabias palbras, tomo y aprendo.
SER PRINCESA ESTA BUENO! ES DIVERTIDO! Sobre todo sabiendo que yace una guerrera en el fondo presta pa' la batalla si es necesario.
Se te extraña ya por estos pagos Rai, pero te dejé a Isnael pa que te haga compañia... jajaja
Besotes

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