Movilizadora, humana, no cursi, directa, mostrando todo, sin exclusiones, nada extravagante.
La excusa del deporte para unir a un país.
La visión de un hombre que lejos de separar, buscó la integración de su gente.
La pasión de un equipo por lograr una meta, en nombre de los habitantes de su país, de todos los habitantes de esa nación.
La integración de unos y otros.
Está basada en una historia real. La cinta narra cómo Mandela se sirve del Rugby -muy popular entre los Afrikáners- para que todo el pueblo Surafricano pudiera unirse en una sola nación, un solo canto, una sola bandera.
De una nación dividida pasa a ser un espacio en el que todos caben, todos logran celebrar los tantos de su equipo, los blancos y los negros. Los que antes se perseguían ahora comparten en un estadio la fuerza de una abrazo que tiene un mismo fin: ver a su equipo convertirse en el campeón del mundo.
La palabra integración resume para mí esta historia. La posibilidad de mirar al otro (aunque piense diferente a mi) y darle espacio. La posibilidad de tratar al otro diferente a como me ha tratado a mi. La fuerza del ejemplo y del liderazgo, que en la película se ve tan clara en el mismo Mandela, Morgan Freeman, como en el capitán del equipo, interpretado por Matt Damon.
Es una película completa. Sin desperdicios. De esas que ojalá todos los que vivimos en Venezuela podamos mirar y aprender algo de ella.
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