Este hecho, lamentablemente, hace que los ciudadanos comunes andemos paranoicos, estresados, con miedo y angustia. Particularmente, yo me siento así.
Voy en el auto con los vidrios arriba, mirando por los espejos retrovisores todo el tiempo, escondiendo los celulares y el IPOD, no usando joyas u objetos que puedan llamar la atención, con ojos hasta en la nuca, llegando temprano a casa, en fin, más o menos encarcelada en mi propia ciudad.
La cosa se ha complicado tanto que hasta el contacto con el sexo opuesto en la calle resulta un tema. Contaré una anécdota vivida hace una semana atrás:
Voy caminando en la calle a plena luz del día, llegando al consultorio. Mientras yo voy subiendo, un hombre apuesto va bajando por la misma calle. Cruzamos miradas y sonrisas. Hay un "click". Él pasa, yo paso. Me volteo, se voltea. Seguimos en contacto visual y sonreidos.
A los segundos, el hombre cambia de dirección, da la vuelta en "U" y ahora en vez de ir bajando, va subiendo como yo y justo detrás de mí.
Lo que en otro momento me hubiera parecido un gran momento, perfecto para entablar una conversación; en esta ocasión me alarmó y me pareció una amenaza. Me dje: "Y si me quiere robar?".
Así que apuré el paso como si estuviera huyendo de algo (como en efecto), rápidamente perdí al hombre guapo de la calle. Así que, opté por estar "sana y salva" que por el coqueteo.
¿Hasta dónde nos ha llevado la inseguridad?
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