La quise publicar aquí, como parte de una serie de entrevistas viejas que quiero desempolvar. En mis primeros años de periodismo tuve la suerte de conversar con gente muy interesante. Siempre me acompañó la ignorancia en estas entrevistas. Cosa que me alegra. Fue lindo ser periodista desde la inocencia y el no saber. Es otra forma de acercanos al otro, sea quien sea ese otro.
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Patricia Velásquez
En la mitad de la balanza
Desde hace ocho años las pasarelas más importantes del mundo la han visto pasear sus encantos indígenas arropada en los trajes de los dedales más destacados. Este año, sin embargo, los cambios han protagoniza la vida de esta venezolana: desde la meca del modelaje, se mudó al cine, para dar sus primeros pasos en el mundo de la actuación. Lleva en su currículum tres películas, mucho de maniquí y la necesidad de ayudar a su comunidad para siempre.
La paz que acompaña a Patricia Velásquez mientras habla o se mueve es casi contagiosa. Un tono de voz muy bajo hace que la conversación se desarrolle prácticamente en susurros, como si tratara de develar historias secretas. Siempre faltará tiempo para seguir ahondando en las aguas tranquilas de su existencia; siempre sobrarán preguntas para que ella las aborde con sus respuestas, pensamientos y reflexiones.
A su encuentro, luego de estrechar sus largas manos, se cae en cuenta de que sí, es ella, la misma que desfila para Karl Lagerfeld, John Galliano, Chanel o Gucci. Sí, es la misma de las portadas de Marie Claire, Harper´s Bazar, Elle, Allure o Vogue. Sí, la misma que goajira que salió un día de su país rumbo a Milán con la bandera de Venezuela en una mano y en la otra la cultura de su gente envuelta en una manta para compartirla con el mundo.
Aunque una vez sentada a sus anchas en el mueble de cuero, en medio del lobby de un hotel, sus jeans rotos, una figura caso endeble que se parece a la fragilidad, y la pena porque el escote Chanel asoma más de lo que debería, la nivelan al estrato de una persona común, famosamente común; tanto que, los turistas y locales que circulaban alrededor poca atención prestaron a la venezolana de 24 años.
En una noche tan linda…
Hace ochos años la vida le cambió a Patricia. Corría el año 1989, y ella lucía, por primera vez en el concurso Miss Venezuela, la banda de Miss Península Goajira. Una agencia de modelos de Milán la escrutó cuidadosamente y la “raptó” hacia las pasarelas del mundo. Ahora, pasa por Venezuela por unos días para fungir como jurado del famoso concurso que la catapultó a la fama.
A su juicio, la Miss ideal no debería estar operada y debe ser inteligente. Confiesa que cuando participó en el concurso se operó el busto y tiempo después volvió al quirófano para retirarse las prótesis. “Me las saqué porque me parecía que nos las necesitaba. Creo que fue un error, me gusta más al natural”.
- ¿Volverías a concursar en el Miss Venezuela?
- No creo, pero me parece importante haber estado en el Miss Venezuela de este año, porque es demostrarle a las niñas que cuando tienes un sueño, lo puedes lograr. Nosotras no nos podemos sentir culpables de ser bellas, si lo eres, tienes que utilizarlo. Siéntete culpable si tienes el talento y no lo aprovechas.
El valor de la soledad
Desde afuera, el mundo del modelaje deslumbra con los flashes de los fotógrafos, los trajes de miles de dólares, la champaña, la fama y la fortuna. Sin embargo, no todo luce color de rosas cuando se vive dentro de este planeta.
“La gente cree que estás viendo gente todo el tiempo, y no es así, uno pasa mucho tiempo solo. Por ejemplo, en Los Ángeles, cuando vas a una audición, para una película, estás muy sola, y es en esos momentos en los que piensas cuál es tu raíz, de dónde vienes y por qué lo haces”, dice Patricia.
Esas son las mismas preguntas que parecen acompañarla siempre, mientras maneja por las calles de Los Ángeles, mientras hace ejercicios, yoga o una meditación, inclusive en el backing de un desfile.
- ¿Te importa la soledad o la disfrutas?
- Cuando tienes mucha ansiedad, porque estás esperando la respuesta de una película, por ejemplo, no te gusta estar solo, pero sabes que si estás solo es por alguna razón, entonces tratas de estar lo mejor posible.
- ¿Cómo lo consigues?
- Haces un trabajo interno que te aporte algo. Yo hago mucha meditación, tomo clases de yoga, estudio la cábala.
- En ti parece haber mucha paz, ¿Qué te saca de ese equilibrio?
- Esta paz estoy segura que viene de los wayuu, es algo que viene de la historia y es lo que te da la fuerza. Lo que a mí me saca de equilibrio es que alguien se aproveche de mi amistad, que me engañe, la decepción de un amigo es algo que me daña mucho.
- ¿Cómo vuelves a la paz?
- Igual que cuando alguien te abandona y te sientes muy mal, es ese mismo dolor lo que hace que te acerques a la gente que más lo necesita y así, poco a poco te levantas hasta que te das otro golpe.
El por qué de las cosas
La reflexión es una de sus características. Piensa en el baño, en la cama, se pregunta el por qué de todo, de lo que le sucede a ella y a los demás. Vive entre preguntas y respuestas “¿Por qué me pasa lo que me está pasando?, ¿Por qué murieron Lady Di y la Madre Teresa?, ¿Por qué no me han dado la respuesta que me tenían que dar hoy?, ¿Por qué ha pasado este señor en frente ahora?”
- ¿Crees en el destino?
- Totalmente. Tengo certeza. Creo que hay leyes del universo, que tienes en esta vida una labor y por eso eres física y espiritualmente de una manera.
- ¿Cuál crees que es tu misión?
- Ayudar a la comunidad, darle un ejemplo a las personas de que cuando se trabaja todo se puede lograr.
- En tu vida, ¿hay tiempo para el amor?
- Sí, lo que pasa es que la persona que esté conmigo tiene que ser muy paciente. En este momento me cuesta mucho, porque las personas con las que estoy se tienen que acostumbrar a que no estoy. Soy muy fiel y enamoradiza y aunque doy mi energía a las relaciones, la persona tiene que ser muy paciente. Las separaciones duelen mucho.
Nueva profesión
El año 1997 ha sido cambiante y difícil para esta venezolana. Tuvo que agarrar sus maletas y mudar su nido a nueva ciudad, de Nueva York a Los Ángeles, de la meca del modelaje a la del cine. Todo por el sueño de la actuación, profesión que estrenó con la película “El Jaguar” y que ha continuado con la filmación de otras dos producciones “Volvano Run” y “Death Valley”.
Ese comenzar no dejó de provocarle miedo a la venezolana. Para ella fue muy duro recomenzar luego de haberse abierto camino en las sendas del modelaje. “Es muy duro. A veces decía: ¿comenzar de nuevo? Te da rabia y dices ya no más, pero después te das cuenta que si pasa es por una razón”, explica.
- A esta altura de tu carrera, ¿Te dan miedo las audiciones?
- Las de modelo no, como actriz sí. Me dan más nervio, porque cuando vas a trabajar en un proyecto muy grande y ves lo bien que te está yendo, sientes que ya no eres tú sola, sientes una responsabilidad para toda tu gente, quieres lograrlo, pero ya no es sólo algo para ti, sino para los demás, para los amigos. Es allí, cuando te entra el miedo.
A pesar de ser “novata” en el negocio del celuloide, todos los días le llegan guiones a su casa de Los Ángeles. Patricia los lee y luego decide si ir o no a la audición. “Me tiene que gustar el papel, la idea. A veces me han gustado las historias, pero no los papeles”. Cuenta además, que a veces si en una historia está involucrada gente importante, igual va al casting, sin importar el argumento, “Después puedes decir si o no, pero ellos tienen que saber quién eres”, comenta.
- ¿Tienes algún secreto para la actuación?
- Lo que tienes que pensar cuando estás actuando es que es un proceso de crecimiento personal, el secreto es saber que lo importante es que estás mejorando. Eres siempre tú, aunque representes otra persona, la base que usas para encarnar a alguien es acordarte en qué momento de tu vida has pasado por estas sensaciones, es un proceso muy duro, pero al final es bellísimo.
Trazos de una personalidad
Una virtud: La sinceridad.
Un defecto: Me doy demasiado y la impaciencia.
Una cualidad que admiras: La sinceridad.
A quién admiras: Admiro a Irene Sáez, por lo que ha hecho por el país.
Si no hubieses sido modelo: Seguramente bailarina o ingeniera.
Un libro de cabecera: “Zohar”, explica el porqué de lo expresado en el viejo testamento, con él hago meditación.
Una canción: “Era en abril”, de Silvio Rodríguez.
Una película: “En el nombre del padre”.
Un color: Verde.
Un número: Tres. Me gusta como suena y como se ve.
Desde hace ocho años las pasarelas más importantes del mundo la han visto pasear sus encantos indígenas arropada en los trajes de los dedales más destacados. Este año, sin embargo, los cambios han protagoniza la vida de esta venezolana: desde la meca del modelaje, se mudó al cine, para dar sus primeros pasos en el mundo de la actuación. Lleva en su currículum tres películas, mucho de maniquí y la necesidad de ayudar a su comunidad para siempre.
La paz que acompaña a Patricia Velásquez mientras habla o se mueve es casi contagiosa. Un tono de voz muy bajo hace que la conversación se desarrolle prácticamente en susurros, como si tratara de develar historias secretas. Siempre faltará tiempo para seguir ahondando en las aguas tranquilas de su existencia; siempre sobrarán preguntas para que ella las aborde con sus respuestas, pensamientos y reflexiones.
A su encuentro, luego de estrechar sus largas manos, se cae en cuenta de que sí, es ella, la misma que desfila para Karl Lagerfeld, John Galliano, Chanel o Gucci. Sí, es la misma de las portadas de Marie Claire, Harper´s Bazar, Elle, Allure o Vogue. Sí, la misma que goajira que salió un día de su país rumbo a Milán con la bandera de Venezuela en una mano y en la otra la cultura de su gente envuelta en una manta para compartirla con el mundo.
Aunque una vez sentada a sus anchas en el mueble de cuero, en medio del lobby de un hotel, sus jeans rotos, una figura caso endeble que se parece a la fragilidad, y la pena porque el escote Chanel asoma más de lo que debería, la nivelan al estrato de una persona común, famosamente común; tanto que, los turistas y locales que circulaban alrededor poca atención prestaron a la venezolana de 24 años.
En una noche tan linda…
Hace ochos años la vida le cambió a Patricia. Corría el año 1989, y ella lucía, por primera vez en el concurso Miss Venezuela, la banda de Miss Península Goajira. Una agencia de modelos de Milán la escrutó cuidadosamente y la “raptó” hacia las pasarelas del mundo. Ahora, pasa por Venezuela por unos días para fungir como jurado del famoso concurso que la catapultó a la fama.
A su juicio, la Miss ideal no debería estar operada y debe ser inteligente. Confiesa que cuando participó en el concurso se operó el busto y tiempo después volvió al quirófano para retirarse las prótesis. “Me las saqué porque me parecía que nos las necesitaba. Creo que fue un error, me gusta más al natural”.
- ¿Volverías a concursar en el Miss Venezuela?
- No creo, pero me parece importante haber estado en el Miss Venezuela de este año, porque es demostrarle a las niñas que cuando tienes un sueño, lo puedes lograr. Nosotras no nos podemos sentir culpables de ser bellas, si lo eres, tienes que utilizarlo. Siéntete culpable si tienes el talento y no lo aprovechas.
El valor de la soledad
Desde afuera, el mundo del modelaje deslumbra con los flashes de los fotógrafos, los trajes de miles de dólares, la champaña, la fama y la fortuna. Sin embargo, no todo luce color de rosas cuando se vive dentro de este planeta.
“La gente cree que estás viendo gente todo el tiempo, y no es así, uno pasa mucho tiempo solo. Por ejemplo, en Los Ángeles, cuando vas a una audición, para una película, estás muy sola, y es en esos momentos en los que piensas cuál es tu raíz, de dónde vienes y por qué lo haces”, dice Patricia.
Esas son las mismas preguntas que parecen acompañarla siempre, mientras maneja por las calles de Los Ángeles, mientras hace ejercicios, yoga o una meditación, inclusive en el backing de un desfile.
- ¿Te importa la soledad o la disfrutas?
- Cuando tienes mucha ansiedad, porque estás esperando la respuesta de una película, por ejemplo, no te gusta estar solo, pero sabes que si estás solo es por alguna razón, entonces tratas de estar lo mejor posible.
- ¿Cómo lo consigues?
- Haces un trabajo interno que te aporte algo. Yo hago mucha meditación, tomo clases de yoga, estudio la cábala.
- En ti parece haber mucha paz, ¿Qué te saca de ese equilibrio?
- Esta paz estoy segura que viene de los wayuu, es algo que viene de la historia y es lo que te da la fuerza. Lo que a mí me saca de equilibrio es que alguien se aproveche de mi amistad, que me engañe, la decepción de un amigo es algo que me daña mucho.
- ¿Cómo vuelves a la paz?
- Igual que cuando alguien te abandona y te sientes muy mal, es ese mismo dolor lo que hace que te acerques a la gente que más lo necesita y así, poco a poco te levantas hasta que te das otro golpe.
El por qué de las cosas
La reflexión es una de sus características. Piensa en el baño, en la cama, se pregunta el por qué de todo, de lo que le sucede a ella y a los demás. Vive entre preguntas y respuestas “¿Por qué me pasa lo que me está pasando?, ¿Por qué murieron Lady Di y la Madre Teresa?, ¿Por qué no me han dado la respuesta que me tenían que dar hoy?, ¿Por qué ha pasado este señor en frente ahora?”
- ¿Crees en el destino?
- Totalmente. Tengo certeza. Creo que hay leyes del universo, que tienes en esta vida una labor y por eso eres física y espiritualmente de una manera.
- ¿Cuál crees que es tu misión?
- Ayudar a la comunidad, darle un ejemplo a las personas de que cuando se trabaja todo se puede lograr.
- En tu vida, ¿hay tiempo para el amor?
- Sí, lo que pasa es que la persona que esté conmigo tiene que ser muy paciente. En este momento me cuesta mucho, porque las personas con las que estoy se tienen que acostumbrar a que no estoy. Soy muy fiel y enamoradiza y aunque doy mi energía a las relaciones, la persona tiene que ser muy paciente. Las separaciones duelen mucho.
Nueva profesión
El año 1997 ha sido cambiante y difícil para esta venezolana. Tuvo que agarrar sus maletas y mudar su nido a nueva ciudad, de Nueva York a Los Ángeles, de la meca del modelaje a la del cine. Todo por el sueño de la actuación, profesión que estrenó con la película “El Jaguar” y que ha continuado con la filmación de otras dos producciones “Volvano Run” y “Death Valley”.
Ese comenzar no dejó de provocarle miedo a la venezolana. Para ella fue muy duro recomenzar luego de haberse abierto camino en las sendas del modelaje. “Es muy duro. A veces decía: ¿comenzar de nuevo? Te da rabia y dices ya no más, pero después te das cuenta que si pasa es por una razón”, explica.
- A esta altura de tu carrera, ¿Te dan miedo las audiciones?
- Las de modelo no, como actriz sí. Me dan más nervio, porque cuando vas a trabajar en un proyecto muy grande y ves lo bien que te está yendo, sientes que ya no eres tú sola, sientes una responsabilidad para toda tu gente, quieres lograrlo, pero ya no es sólo algo para ti, sino para los demás, para los amigos. Es allí, cuando te entra el miedo.
A pesar de ser “novata” en el negocio del celuloide, todos los días le llegan guiones a su casa de Los Ángeles. Patricia los lee y luego decide si ir o no a la audición. “Me tiene que gustar el papel, la idea. A veces me han gustado las historias, pero no los papeles”. Cuenta además, que a veces si en una historia está involucrada gente importante, igual va al casting, sin importar el argumento, “Después puedes decir si o no, pero ellos tienen que saber quién eres”, comenta.
- ¿Tienes algún secreto para la actuación?
- Lo que tienes que pensar cuando estás actuando es que es un proceso de crecimiento personal, el secreto es saber que lo importante es que estás mejorando. Eres siempre tú, aunque representes otra persona, la base que usas para encarnar a alguien es acordarte en qué momento de tu vida has pasado por estas sensaciones, es un proceso muy duro, pero al final es bellísimo.
Trazos de una personalidad
Una virtud: La sinceridad.
Un defecto: Me doy demasiado y la impaciencia.
Una cualidad que admiras: La sinceridad.
A quién admiras: Admiro a Irene Sáez, por lo que ha hecho por el país.
Si no hubieses sido modelo: Seguramente bailarina o ingeniera.
Un libro de cabecera: “Zohar”, explica el porqué de lo expresado en el viejo testamento, con él hago meditación.
Una canción: “Era en abril”, de Silvio Rodríguez.
Una película: “En el nombre del padre”.
Un color: Verde.
Un número: Tres. Me gusta como suena y como se ve.
1 comentario:
Me gustó mucho el estilo periodístico que aparece plasmado en esta entrevista. La introducción es toda una delicia para los ojos... Es poco lo que he leído de ti, más ojala no hayas perdido esa "inocencia periodística" que mencionaste en un fragmento. Disfrut´mucho tu entrevista =D
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