lunes, julio 16, 2007

La historia de una casualidad

Primer encuentro
Ella tenía 5 años y él 6. Se conocieron en el kinder y se gustaron desde el principio, al menos eso recuerda ella. Se hicieron novios de la infancia.
Él le regalaba todos los días una moneda. La idea era que ella comenzara a ahorrar para que cuando fueran grandes y se casaran, pudieran comprar la lavadora, pero ella decidió que era muy temprano para eso y gastaba la moneda en dulces y helados.
Ella se ponía nerviosa con él. Y si a él lo castigaban, a ella le dolía adentro. Cuando iban al parque, él la tomaba de la mano y ella aún recuerda esa mano tierna que la sostenía cuando tenía 5 años. Él se llamaba Julio César.

Primer desencuentro
Era el primer día del nuevo año escolar. Ella llegó temprano al colegio y le guardó un puesto a su novio a su lado. Custodió con cuidado el lugar. Lo que no se imaginaba ella es que el lugar quedaría vacío. Julio César no llegó esa mañana, ni ninguna de las mañanas siguientes.
Ella, intrigada, sorprendida y muy decidida para sus 6 años de edad, lo llamó a su casa. Allí se enteró que su amorcito se había ido de la capital a vivir en una ciudad del interior.
Así, sin despedida de por medio, dejaron de verse. Ya no hubo más monedas ni paseos en el parque tomados de la mano.
Ella, aunque no se lo decía a nadie, soñaba con encontrárselo un día en la calle. A veces, se vestía más bonita, sólo con la ilusión de que ese día se tropezaría con Julio César de nuevo.

Segundo encuentro
Ella tenía 17 años. Él 18. Ella estudiaba el último año del bachillerato. Él también.
Era mediodía. Ella y su mejor amiga subieron a un autobus lleno de gente, tomaron dos asientos y comenzaron, como siempre, a reirse todo el tiempo. En el asiento de adelante iban dos jóvenes, las miradas entre los cuatro no se hicieron esperar. Luego de un trayecto conversando de cualquier cosa, los chicos se bajaron del colectivo. Antes de descender, uno de ellos le preguntó a ella: "¿Y no me vas a dar un besito?". Ella soltó una gran carcajada y dijo que no.
Unas horas más tarde, ella y su amiga caminaban por una tienda por departamentos muy grande de la ciudad. Se reían, para variar. Decidieron subir al piso de la ropa de mujeres y mientras ascendían por las escaleras mecánicas, los mismos chicos del colectivo bajaban por las escaleras de al lado. Todos rieron. El destino los volvio a cruzar. Primero, en el bus y ahora en esta tienda, donde los muchachos trabajaban. Intercambiaron teléfonos. Uno de los chicos se llamaba Julio.

El reecuentro
Ella le contó a su mamá sobre la casualidad de los chicos del autobús, aún sin darse cuenta de la mayor de las casualidades. En medio de la historia, la chica le dice a su mamá: "Ese muchacho es igualito a mi novio del kinder, te acuerdas de él?".
La mamá sintió curiosidad y ambas volvieron a la tienda unos días más tarde. Luego de algunas preguntas, confirmaron lo que ya parecía obvio. Julio era Julio César, el chico del autobús era el novio del kinder de ella, el mismo que le daba la moneda todos los días.
Desde ese día, él comenzó a darle una moneda a ella todos los días. Ella no se lo podía creer.

Segundo desencuentro
Cualquiera que sabía de este reencuentro tan fortuito, pensaba que ella y Julio terminarían juntos nuevamente, al menos por un tiempo.
Pero no, ella se acobardó antes de que cualquier cosa pudiera suceder. Sintió miedo y se paralizó. Él la buscaba y salían. Fueron amigos durante un tiempo, pero ella siempre se las arregló para que discutieran por alguna razón o por hacerle ver a él que mejor eran sólo amigos. Él terminó por hacerle caso. Cuando volvieron a coincidir unos años más tarde en un trabajo, él le dijo que si ellos no se casaban, ojalá un hijo de él y una hija de ella sí lo hicieran. Ella sonrió tristemente.

Ella tiene tiempo sin saber de él. Y cada vez que puede, cuenta esta historia a sus amigos y conocidos, como la historia más linda de casualidad que le ha pasado en la vida.

6 comentarios:

H.G. dijo...

Muy bonita la historia. Espero que la lavadora que se compró ella haya sido al menos de buena marca.

Anónimo dijo...

es de verdad la historia?

Unknown dijo...

Moraleja, las mujeres no ahorran, son cuaimas desde chiquitas y arrugan cuando pueden. Los hombres se van sin avisar, caen dos veces en el mismo error y son echaos pa lante...
que mundo...! que mundo...!

CATALINA PELÁEZ PEÑA dijo...

cuando lo dejamos pasar... y no vuelve.
cuando pasa... y no nos damos cuenta.
te quiero "frend"

Memefreire dijo...

Que bonita historia...

es un bello ejemplo de "Casualidad"

- de esas casualidades lindas de la vida, las que roban el aliento
y me pregunto...

Eres tu la novia de Julio César???

cesar dijo...

Memefreire:Claro que era ella¡¡¡

Para seguir leyendo...

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