miércoles, abril 22, 2009

La pareja y el morral















Una mujer, luego de pasar un tiempo sin pareja, conoce a dos hombres: A y B. El “A” parece tener todas las cualidades “buenas” que ellos “deben tener”: es soltero, tiene una buena posición económica, está disponible para ella, es cariñoso, de buena familia. El “B”, pareciera cargar una mochila más grande: tiene un hijo, una ex mujer y algunos problemas sin resolver.

Ambos hombres están interesados en la mujer. Ahora es ella la que tiene que decidir. 

Por buenas o por malas, ella se siente atraída por el hombre “B”. Ella se cuestiona la razón de su elección. Pregunta: ¿Qué me pasa? ¿Qué pasa que no elijo al que pareciera estar “mejor”?

Trato de responder a sus interrogantes con el siguiente ejemplo:

Imagina que vas subiendo una montaña, rodeada de otros escaladores como tú. Cada uno de ellos, incluyéndote, tiene su velocidad, su ritmo, su tiempo, según la mochila que carga y si propia capacidad física.

Los que van más rápido que tú y con menos peso, te pasan y te dejan atrás en la escalada. 

Los que llevan más peso, van más lento que tú. Así que eres capaz de pasarlos y dejarlos atrás.

Entonces, ¿Quién queda a tu lado? ¿Con quién subes la montaña? ¿Quién puede ser tu compañero en esta aventura? 

Respuesta simple: quien lleva el mismo peso que tú y tiene una capacidad física a la tuya.

Así que la próxima vez que veas a la pareja que escogiste, mira su morral, quizá es más parecido al tuyo de lo que imaginas. Sólo puedes escoger a alguien parecido a ti, aunque no lo creas. O a alguien que tiene algo para mostrarte de su propia mochila que quizá aún no has podido descubrir de la tuya.

La mujer se fue reflexionando sobre su propio morral y sus elecciones de pareja.



lunes, abril 13, 2009

Mi sentido de alarma


Los tiempos cambian. Y yo con ellos. Cosa que me alegra mucho.

Siempre he tenido el instinto encendido y un sentido de alarma y prevención bastante afilado y afinado. El detalle es que no le hacía (en pasado) caso.

Veía humo, sentía calor, observaba las llamas... y zas! Me metía directamente en el fuego, sabiendo que era muy probable que saliera chamuscada. Y luego, me quejaba de mi suerte.

En otras oportunidades, salía corriendo antes de percatarme si había un peligro real o no.

Lo de ahora es diferente. Y me di cuenta de ello HOY.


Ayer en la madrugada se me encendieron todas las alarmas. Y justo cuando estaba a punto de irme corriendo, decidí postergar la carrera, poner freno y mirar.

Necesito verificar si mi alarma está encendida con razón o sin ella. Ese es el miedo funcional, el que me permite observar una situación y tomar una decisión sobre los hechos reales y no los que me imagino.

Entonces ando en proceso de revisión, de investigación, de verificación. Ni correr hacia el posible fuego, ni en la dirección contraria. 

Quizá la alarma se activó erradamente. Quizá tengo mis razones. Lo más óptimo para mí, en este momento, es mirar. Y es en lo que ando. ¡¡¡Qué alegría!!! 


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