El miedo, la rabia, la culpa y la envidia son consideradas sensaciones negativas. Dicen que es malo sentirlas y que lo mejor es erradicarlas. Desde una mirada terapéutica, descubra el lado positivo y la enseñanza que tienen para los seres humanos.
Hay emociones que tienen mala publicidad. El miedo, la culpa, la envidia, por ejemplo. Pareciera que es un pecado sentirlas. Y el mandato social indica que si se experimentan, hay que disimular, bajarle el volumen y hacerlas desaparecer.
Lo contrario sucede con las emociones catalogadas como positivas. Está bien visto sentir alegría, tranquilidad o paz, por nombrar algunas.
El doctor y terapeuta argentina Norberto Levy, escribió en el libro “La sabiduría de las emociones”, que estas sensaciones consideradas como “negativas” son señales que le indican a la persona que hay un problema por resolver.
Levy plantea que las mismas se asemejan al tablero frontal del auto, que señalan al conductor a través de luces si hay un inconveniente. Por ejemplo, al encenderse la luz de la gasolina, significa que queda poca y la persona debe detenerse en una estación de servicio.
El especialista considera que si estos avisos son conocidos y tomados en cuenta, los mismos podrán ser aprovechados para crecer y cambiar y no sólo para experimentar el malestar que puede aparecer con ellos.
“Por más lejana y opaca que parezca, también es posible reconocer esa esencia amorosa aun en las emociones más conflictivas. Cuando se puede encontrar el amor allí donde parece que el amor no está, es cuando se devuelve a la emoción su sentido más profundo”, dice Norberto Levy.
A continuación podrás encontrar la sabiduría que se encierra en algunas de esas emociones que parecen ser malas.
Las emociones una a una
Lo contrario sucede con las emociones catalogadas como positivas. Está bien visto sentir alegría, tranquilidad o paz, por nombrar algunas.
El doctor y terapeuta argentina Norberto Levy, escribió en el libro “La sabiduría de las emociones”, que estas sensaciones consideradas como “negativas” son señales que le indican a la persona que hay un problema por resolver.
Levy plantea que las mismas se asemejan al tablero frontal del auto, que señalan al conductor a través de luces si hay un inconveniente. Por ejemplo, al encenderse la luz de la gasolina, significa que queda poca y la persona debe detenerse en una estación de servicio.
El especialista considera que si estos avisos son conocidos y tomados en cuenta, los mismos podrán ser aprovechados para crecer y cambiar y no sólo para experimentar el malestar que puede aparecer con ellos.
“Por más lejana y opaca que parezca, también es posible reconocer esa esencia amorosa aun en las emociones más conflictivas. Cuando se puede encontrar el amor allí donde parece que el amor no está, es cuando se devuelve a la emoción su sentido más profundo”, dice Norberto Levy.
A continuación podrás encontrar la sabiduría que se encierra en algunas de esas emociones que parecen ser malas.
Las emociones una a una
EL MIEDO
El miedo es una emoción universal. Todos la han sentido. Levy la define como la sensación de angustia que se produce ante la percepción de un desafío.
Una de las características de su aparición, tiene que ver con que pareciera que la amenaza es mayor que los recursos que posee la persona para afrontarla.
La secuencia de la emoción es la siguiente: El cuerpo registra una amenaza. Aparece el miedo. Como reacción, se produce una respuesta interior, que puede agravar o atenuar el temor.
El especialista señala que en las personas existe un aspecto temeroso o una parte de ellos que experimenta el miedo. Lo que sucede normalmente es que no se le presta atención, porque se intenta ocultar el temor a cualquier precio.
Escucharlo respetuosamente es una forma de asistirlo. Cuando la persona es capaz de mirar a este aspecto, tomar en cuenta el estado en el que se encuentra y oír lo que éste requiere para equilibrar la vinculación equilibrio-amenaza, transforma este aspecto en un aliado activo.
A tomar en cuenta:
No hay miedos injustificados. Para cada quien la experiencia es diferente, según sus recursos.
Tratar de ocultar el miedo es como intentar tapar la luz de tablero del auto que indica que no hay gasolina. No ayuda en nada.
EL ENOJO
Una de las características de su aparición, tiene que ver con que pareciera que la amenaza es mayor que los recursos que posee la persona para afrontarla.
La secuencia de la emoción es la siguiente: El cuerpo registra una amenaza. Aparece el miedo. Como reacción, se produce una respuesta interior, que puede agravar o atenuar el temor.
El especialista señala que en las personas existe un aspecto temeroso o una parte de ellos que experimenta el miedo. Lo que sucede normalmente es que no se le presta atención, porque se intenta ocultar el temor a cualquier precio.
Escucharlo respetuosamente es una forma de asistirlo. Cuando la persona es capaz de mirar a este aspecto, tomar en cuenta el estado en el que se encuentra y oír lo que éste requiere para equilibrar la vinculación equilibrio-amenaza, transforma este aspecto en un aliado activo.
A tomar en cuenta:
No hay miedos injustificados. Para cada quien la experiencia es diferente, según sus recursos.
Tratar de ocultar el miedo es como intentar tapar la luz de tablero del auto que indica que no hay gasolina. No ayuda en nada.
EL ENOJO
Levy explica que las personas se enojan cuando se frustran. En esta situación, se produce una sobrecarga energética que, al quedarse en el cuerpo, hace que el individuo sienta rabia. El autor comenta que este exceso tiene la función de intentar culminar ese deseo no satisfecho.
El problema no es este exceso, sino que no se utiliza adecuadamente.
Norberto Levy comenta que existe un enojo destructivo. Éste se presenta cuando la persona cree que el obstáculo actúa en su contra a propósito y desea hacerle lo mismo que siente que le están haciendo.
Por ello señala que es importante reconocer no sólo cuando la persona se enoja, sino lo que hace cuando este le pasa. ¿Resuelve o destruye?
Formas de expresión
1) Descarga: es equivalente a abrir la válvula de la olla de presión. La represión puede agravar el problema. Cada quien necesita encontrar su manera de descargar, bien sea con la voz, con movimientos de los brazos o las piernas. Lo importante es hacer una diferencia entre descargar para eliminar la energía excedente en el cuerpo y la que se realiza para ocasionarle un daño al otro.
2) Hacerle saber al otro el impacto de su acción. Es importante poder manifestar cómo se siente la persona ante un acto del otro. Levy explica que en el acto de nombrar lo que se siente, se realiza un importante acto de descarga.
3) Reparar lo reparable. Es fundamental chequear qué se puede salvar de la situación y, por otra parte, tomar medidas preventivas para el futuro.
A tomar en cuenta:
La rabia no es un fin en sí mismo, es un medio para resolver un problema.
Si se intenta hacerle al otro lo mismo que hizo, lejos de resolver, el problema puede agravarse.
LA CULPA
El problema no es este exceso, sino que no se utiliza adecuadamente.
Norberto Levy comenta que existe un enojo destructivo. Éste se presenta cuando la persona cree que el obstáculo actúa en su contra a propósito y desea hacerle lo mismo que siente que le están haciendo.
Por ello señala que es importante reconocer no sólo cuando la persona se enoja, sino lo que hace cuando este le pasa. ¿Resuelve o destruye?
Formas de expresión
1) Descarga: es equivalente a abrir la válvula de la olla de presión. La represión puede agravar el problema. Cada quien necesita encontrar su manera de descargar, bien sea con la voz, con movimientos de los brazos o las piernas. Lo importante es hacer una diferencia entre descargar para eliminar la energía excedente en el cuerpo y la que se realiza para ocasionarle un daño al otro.
2) Hacerle saber al otro el impacto de su acción. Es importante poder manifestar cómo se siente la persona ante un acto del otro. Levy explica que en el acto de nombrar lo que se siente, se realiza un importante acto de descarga.
3) Reparar lo reparable. Es fundamental chequear qué se puede salvar de la situación y, por otra parte, tomar medidas preventivas para el futuro.
A tomar en cuenta:
La rabia no es un fin en sí mismo, es un medio para resolver un problema.
Si se intenta hacerle al otro lo mismo que hizo, lejos de resolver, el problema puede agravarse.
LA CULPA
Para Norberto Levy, en el sentimiento de culpa aparecen dos componentes psicológicos: un culpador y un culpado, es decir, uno que acusa y otro que se siente acusado. Para este médico lo importante de esta relación es descubrir cómo actúa este acusador.
El especialista hace la analogía de esta vinculación de la siguiente manera: cada país tiene sus leyes y en cada uno, existe una institución encargada de vigilar su cumplimiento y señalar cuando se da alguna trasgresión. En el organismo, esa institución es el culpador y la señal es el sentimiento de culpa.
Lo crucial de esta emoción está en observar si esa señal, que hace el acusador, ayuda a buscar soluciones o agrega sufrimiento.
Levy indica que esta ley varía según cada persona y su historia y que el mismo, puede ser actualizado en el tiempo. Entonces, el problema puede ocurrir cuando el culpador cree que este código es inalterable. En este caso, se produce la culpa disfuncional.
La relación entre quien culpa y el culpado puede ser considerada buena o mala. Será mala cuando las dos partes no logran llegar a un acuerdo sobre la ley que discuten, porque no la comparten. El culpador no encuentra una forma adecuada de informarle al culpado sobre la trasgresión y no se logra un cambio adecuado.
Por el contrario, será beneficiosa, cuando estas dos partes actúan como un equipo que comparte el contenido del código, cuando el culpador encuentra una manera adecuada de comunicarse con el otro.
A tomar en cuenta:
La culpa no es una tortura sin remedio.
Es importante que el culpado entienda la necesidad de un código de normas y lo importancia de que alguien le avise sobre las posibles trasgresiones que se den.
LA ENVIDIA
El especialista hace la analogía de esta vinculación de la siguiente manera: cada país tiene sus leyes y en cada uno, existe una institución encargada de vigilar su cumplimiento y señalar cuando se da alguna trasgresión. En el organismo, esa institución es el culpador y la señal es el sentimiento de culpa.
Lo crucial de esta emoción está en observar si esa señal, que hace el acusador, ayuda a buscar soluciones o agrega sufrimiento.
Levy indica que esta ley varía según cada persona y su historia y que el mismo, puede ser actualizado en el tiempo. Entonces, el problema puede ocurrir cuando el culpador cree que este código es inalterable. En este caso, se produce la culpa disfuncional.
La relación entre quien culpa y el culpado puede ser considerada buena o mala. Será mala cuando las dos partes no logran llegar a un acuerdo sobre la ley que discuten, porque no la comparten. El culpador no encuentra una forma adecuada de informarle al culpado sobre la trasgresión y no se logra un cambio adecuado.
Por el contrario, será beneficiosa, cuando estas dos partes actúan como un equipo que comparte el contenido del código, cuando el culpador encuentra una manera adecuada de comunicarse con el otro.
A tomar en cuenta:
La culpa no es una tortura sin remedio.
Es importante que el culpado entienda la necesidad de un código de normas y lo importancia de que alguien le avise sobre las posibles trasgresiones que se den.
LA ENVIDIA
Es una de las emociones con peor publicidad. Es casi insultante decirle a alguien “¡Eres un envidioso!”.
Se entiende que la envidia es la reacción de dolor y enojo que intenta destruir lo que tiene el otro cuando se parece a algo que deseamos y no hemos logrado.
La envidia es destructiva cuando la persona trata de decir o hacer algo para que el envidiado, sienta algo parecido a lo que el envidioso está experimentando.
Indica Norberto Levy que el centro de esta emoción no es lo que el otro posee o la destrucción de “eso” que él o ella tiene. El verdadero tema está en lo que le pasa a la persona con esa meta que no ha alcanzado. En este caso, la eliminación del otro no es más que un medio para neutralizar la sensación negativa.
La envidia aumenta cuando además de lo señalado anteriormente, la persona con la emoción, cree que no tiene suficientes logros como para equilibrar aquellos que le producen desazón.
Una forma de resolver esta sensación es lo que Noberto Levy llama la doble reacción. Esto quiere decir dar cabida a las emociones que se dan en la persona, por ejemplo, decir que siente alegría por su logro y la vez tristeza, porque su alegría, recuerda lo que no se tiene en este momento.
A tomar en cuenta:
La envidia es una forma de necesidad impotente y desesperada.
No es un defecto de algunas personas, es una emoción universal.
Más info en:
www.autoasistencia.com.ar
Se entiende que la envidia es la reacción de dolor y enojo que intenta destruir lo que tiene el otro cuando se parece a algo que deseamos y no hemos logrado.
La envidia es destructiva cuando la persona trata de decir o hacer algo para que el envidiado, sienta algo parecido a lo que el envidioso está experimentando.
Indica Norberto Levy que el centro de esta emoción no es lo que el otro posee o la destrucción de “eso” que él o ella tiene. El verdadero tema está en lo que le pasa a la persona con esa meta que no ha alcanzado. En este caso, la eliminación del otro no es más que un medio para neutralizar la sensación negativa.
La envidia aumenta cuando además de lo señalado anteriormente, la persona con la emoción, cree que no tiene suficientes logros como para equilibrar aquellos que le producen desazón.
Una forma de resolver esta sensación es lo que Noberto Levy llama la doble reacción. Esto quiere decir dar cabida a las emociones que se dan en la persona, por ejemplo, decir que siente alegría por su logro y la vez tristeza, porque su alegría, recuerda lo que no se tiene en este momento.
A tomar en cuenta:
La envidia es una forma de necesidad impotente y desesperada.
No es un defecto de algunas personas, es una emoción universal.
Más info en:
www.autoasistencia.com.ar
La sabiduría de las emociones.
Autor: Norberto Levy
Autor: Norberto Levy
Texto escrito por: Raiza Ramirez
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