domingo, enero 10, 2010

Asesino Ninja o la mala conciencia


Ayer vi la película Asesino Ninja. No fue mi elección, es decir, no fui porque quise. Fui para acompañar a mi novio que quería verla y además, porque no había otras opciones en el cine para el sábado en la noche.

En fin, fui a verla. Ya me habían dicho que la peli iba de sangre, golpes y violencia. No lo dudé con semejante nombre.

Los primeros cinco minutos del film pueden generar dos reacciones: salirte de la sala o quedarte pegado a la silla a ver cómo sigue la historia. Nosotros nos quedamos. Los realizadores fueron inteligentes y la cinta no llega a las dos horas. Demasiada sangre y violencia para 120 minutos.

Así como los primeros cinco minutos fueron definitivos; para mí, los cinco finales lo fueron aún más y fueron los que me hicieron pensar que valió la pena ir a ver la peli.

Trataré de hacer un resumen de cómo va la historia: Está un “Ninja Padre” llamado “Ozunu”, quien dirige un grupo de Ninjas llamados “Los Ozunu”. La agrupación es milenaria y está conformada por niños huérfanos que se “forman” (o deforman, depende de cómo se vea) bajo la filosofía de este señor que funge como “padre” y que les enseña a ser “Ninjas asesinos”.
Los errores se resarcen con un castigo físico. El dolor es mental. El honor es lo más importante. Quien intenta escaparse del clan, debe pagarlo con su vida. Son algunas de las ideas con las que crecen estos chicos y chicas. Los castigos físicos están a la orden del día.
Como suele suceder, hay un Ninja que rompe el molde. El nombre que le otorgan es “Raizo”. Es uno de los más fuertes de la camada. Mientras crecía, Raizo comparte buenos y malos momentos con “Kiriko”, una niña que también forma parte del grupo y que desde muy pequeña mostró ser diferente, tener pensamientos e ideas propias. Ella le habla a Raizo del corazón, de ser libres, de escapar. Lamentablemente o favorablemente, ella pagó con su vida su diferencia. Intentó escapar y la atraparon, por lo que su corazón fue arrancado de su pecho delante de sus hermanos, como tenía que ser.
Pasan los años y Raizo se hace hombre. Y sigue viviendo bajo la sombra de “su padre” y la organización, hasta un momento específico, en el que las circunstancias, los hechos, los recuerdos de “Kiriko” y su corazón, hacen que cambie de rumbo y gire en “U” para combatir a los que lo formaron y a sus propios hermanos.
Raizo se convierte en el enemigo, queda excluido de los Ozunu. Su vida corre peligro. Él, por su parte, está decidido en eliminar a su padre y ser libre, respirar y vivir según dicte su corazón.

Detrás de este breve resumen, hay una historia más gringa de investigación, los buenos y los malos, asesinatos, la policía detrás de los Ninjas que no logran atrapar, una investigadora muy especial y un policía metidos en el cuento, etc.

Pero lo que me llamó la atención de esta película tiene que ver con lo que Bert Hellinger, creador de las Constelaciones Familiares, llamó la buena y la mala conciencia.

Hellinger dice que actuamos con “buena conciencia” cuando actuamos igual a nuestros ancestros, a nuestra familia. En el caso de “Los Ozunu”, sería actuar como el padre adoptivo: asesinar, matar al enemigo, no tener piedad con el otro, no sentir dolor.

Lo contrario, “la mala conciencia”, es justamente lo opuesta: es hacerlo diferente a nuestros ancestros. Si ellos son ladrones y yo no robo, actúo bajo esta mala conciencia. Como lo hizo Raizo al atacar a su padre. El protagonista de la película es el ejemplo de esta mala conciencia.

¿Cuáles son las consecuencias de actuar bajo la mala conciencia?
Lo más probable es que pase como a Raizo, que quedó fuera de su camada, dejó de ser hermano de sus hermanos, dejó de ser el hijo de su padre adoptivo, dejó de ser quien despertara orgullo en él para convertirse en una vergüenza para “Los Ozunu”.

El precio que tiene que pagar Raizo por ser “diferente” es parecido al que pagó “Kiriko”. Su vida corre peligro. No pertenece. Queda excluido. Es una lucha constante. Es parecido a lo que nos puede pasar dentro de nuestra historia familiar, si no compartimos el pensamiento de los nuestros: ¿Cuál es nuestra suerte?, ¿Qué nos pasa?, ¿Cómo nos sentimos”.

Aquí, en esta diatriba, podemos tener dos opciones: volvemos a actuar desde la buena conciencia y seguimos “perteneciendo” a nuestro grupo de origen. O actuamos desde esta mala conciencia y dejamos de pertenecer. No hay una forma correcta de hacerlo.

En todo caso, habría que hacer como lo hizo Raizo en la película “Asesino Ninja”. Seguir sus instintos, su corazón (esté donde esté), cortar los alambres que le impedían crecer libremente, escalar el muro y mirar el nuevo horizonte.









Más info de la película “Asesino Ninja”
Texto escrito por: Raiza Ramirez

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