sábado, febrero 03, 2007

Una mujer privilegiada

Hasta hace unos años pensaba que era una mujer completa y feliz. Tenía un trabajo bien remunerado, iba todos los días a una oficina bonita con aire acondicionado, me tenía que vestir bien para ir a trabajar y me mantenía ocupada de 8 a.m. a 6 p.m., a veces, hasta más tarde. Pensaba que eso era ser exitosa.

Hoy, pienso muy diferente.

Por ejemplo, hoy me desperté casi a las 9 a.m., me bañé, me hice una arepa, me la comí, me sequé el cabello, me vestí. A las 10:30 a.m. salí de mi casa con mi mamá, la acompañé a cobrar su pensión, luego fuimos a un centro comercial pues ella quería comprarse unos pantalones, hicimos la compra, almorzamos juntas, paseamos, me tomé un café y a las 3 de la tarde me fui a buscar a mi sobrina al colegio, cantamos en el auto camino a casa y así terminó mi tarde.

Y hoy, aunque no gané dinero porque no trabajé, gané mucho más. Compartí el día con gente a la que amo. Y una vez más me di cuenta que puedo ser feliz con muy poco. No necesito una oficina, un traje ni un horario fijo para estar bien.

Eso tampoco significa que ando de comeflor por el mundo y que me meteré a hippie. Necesito dinero, como cualquier mortal. Me gusta trabajar. Amo las actividades que tengo en este momento. Y a la vez, me estoy dando el permiso de ir poco a poco en esta nueva etapa personal y profesional.

Y descubrí que exigiéndome menos y disfrutando lo que tengo, estoy mejor, conmigo, con los que están a mi lado y con el mundo.

Mañana, probablemente las cosas cambiarán. Mientras llegan las transformaciones, disfruto cada momento.

lunes, enero 22, 2007

El traje de hada madrina

Siempre me ha costado aceptar esto de que no le gusto a un hombre, especialmente si a mí sí me gusta él. No creo que sea nada original en este pensamiento, sólo que ahora tengo la valentía suficiente para declararlo ante el mundo.

Hasta hace un año, jugaba a ser el hada madrina o la mujer con poderes mágicos que podía conquistar a cualquiera. ¿Cómo lo lograba? De variadas y diferentes maneras.

Primera aclaratoria: ¿Estoy buena? No, no lo creo. Con honestidad y autoestima, no creo pertenecer a ese grupo de mujeres que hacen que los hombres volteen en la calle como tontos con la boca abierta. Mis encantos van por otra parte.

Entonces, ¿cómo si no estoy buenota lograba conquistar al tipo que yo quería? Era justo allí cuando me ponía el traje de hada madrina y varita mágica en mano cambiaba el destino de mi amado. Todo con tal de que me quisiera (aunque sea un poquito)

Yo solía hacer todo un estudio de mercado. Observaba al hombre, lo investigaba profundamente, como un científico a sus ratas de laboratorio, buscaba información. Era como una detective. Al final, podía saber en cuestión de días si al tipo le gustaba la remolacha, qué tipo de películas veía cuando iba al cine, cuál era su grupo de música preferido y hasta por qué había terminado su más reciente relación.

Con esta información en las manos, me convertía en la mujer que él quería. Si a él le gustaba ir al Ávila, a mí también. Si a él le gustaba María Teresa Chacín, yo me compraba todos sus Cd’s y me convertía en una experta en la materia. Me hacía la mejor amiga de sus amigos. De una manera u otra me volvía indispensable en su vida.

La magia podía durar un rato. Ellos no dejaban de sorprenderse de nuestra conexión perfecta, casi hecha en el cielo. Y mientras tanto, yo alzaba mis manos como una campeona pues había logrado mi objetivo. Pero, ¿Realmente había logrado algo? ¿Tenía alguna razón para celebrar?

Los problemas comenzaban cuando mis costuras afloraban y en vez de querer ir al Ávila, yo quería ir a pasear en un centro comercial, o cuando en vez de escuchar a la Chacín como siempre, yo trataba de poner un Cd de U2, para variar la melodía. En lo que la máscara que utilizaba comenzaba a desprenderse, la magia se evaporaba. Y yo, tan ilusa como el primer día, no lo lograba entender por qué si yo había hecho todo lo que había podido, la cosa no había funcionado. Al final, salía frustrada de la relación, culpándolo a él de insensible, de no valorarme o de cualquier cosa.

Cuando comencé a observarme en esta dinámica poco saludable, en la que además invertía una cantidad de energía enorme, las cosas cambiaron. Lo primero que hice fue botar a la basura la varita mágica, el traje de hada madrina y los Cd’s de María Teresa Chacín, Deep Forest y otros tantos grupos que ni recuerdo y que jamás me gustaron.

Luego, comencé a ver qué era lo que realmente a mí me gustaba. ¡Ah! Allí entendí que no me gusta subir el cerro Ávila, que prefiero verlo desde un hermoso restaurante con una bebida en la mano. Cambié la dirección de la lupa y comencé a investigarme a mí misma, a conocerme.

Comencé a decidir por mí, basándome en mis gustos y en mis necesidades reales. Sin cerrarme ante otro y a la vez preguntándome si realmente deseo estar aquí, en este momento, con esta persona; es decir, dándome voz y voto en mi propia existencia.

Si al otro no le gusta lo que ve en mí, prefiero que siga su camino, así ninguno de los dos pierde tiempo ni energía. Si no me gusta lo que veo en el otro, sigo de largo. No trato de cambiarlo ni de adaptarme a él. Como dijo alguna vez el gran Fritz Perls, “Si nos encontramos, será maravilloso. Si no, no podrá remediarse”.

lunes, enero 15, 2007

La guerrera y la princesa

En una mesa de un restaurante de Caracas estàbamos cuatro mujeres sentadas. Nos conocemos desde hace por lo menos 10 años. Todas somos profesionales graduadas. Todas somos independientes. Todas hemos vivido solas. Todas hemos viajado. Todas nos sentimos orgullosas de tener los pantalones bien puestos y ademàs, màs de una vez todas hemos dicho que no necesitamos a un hombre a nuestro lado para ser feliz. Ah! Y todas somos solteras y en este momento no tenermos una pareja estable.

Las escucho hablar de los hombres y no puedo dejar de sentir cierta desazòn. Las miro y ràpidamente puedo decir que hablan desde su rol de guerreras, de mujeres que creen que pueden con todo, mujeres activas, de esas que pagan sus cuentas y cambian un caucho si es necesario, mujeres que no piden ayuda, mujeres a las que les cuesta mostrarse vulnerables. Las reconozco porque hasta hace pocos meses èse era mi rol preferido o quizà el ùnico que utilizaba.

Hasta hace unos meses, catalogaba a la vulnerabilidad como algo negativo. ¿Mostrarme necesitada? Ni de vaina! ¿Mostrarme vulnerable? Ni por error!

Ser una guerrera no es un problema en sì. La fuerza femenina es una realidad y me siento orgullosa de tener esta energìa conmigo. El problema, para mi entender, aparece cuando como mujer me quedo tan pegada en mi rol de guerrera que se me olvida còmo ser princesa. El problema se agiganta cuando soy tan guerrera que los hombres no son màs que indios que no me llegan ni a los talones.

Eso tratè de explicarles a mis amigas en esa mesa del restaurante. Esta idea simple y a la ves compleja de que mientras màs reconciliadas estemos con nuestra princesita o mientras màs en contacto estemos con nuestra egergìa femenina (receptiva, pasiva, que espera), mejor serà nuestra relaciòn con el sexo opuesto.

No en vano he escuchado en muchos ejercicios terapèuticos relacionados al tema de lo masculino y lo femenino que mientras màs mujeres somos como mujeres, màs se desarrolla el hombre que està en los hombres. Y por lo tanto, mejor podrà ser la relaciòn entre lo que por naturaleza està para complementarse.

Si como mujeres dejamos de competir con los hombres, bien sea por un cargo, una posiciòn, por el dinero o por quièn tiene la razòn, creo que mejor nos irà en nuestro rol femenino, porque podremos dedicar nuestra energìa y tiempo en ser mujeres, en ser pasivas, en ser receptoras, en aprender a esperar y a recibir.

La invitaciòn que me hago a diario y que le hago a las mujeres que tengo a mi alrededor es la de sacar a pasear con màs fecuencia a nuestra princesa y sentirnos orgullosas de ella, con su vulnerabilidad, receptividad y pasividad, caracterìsticas de las que tambièn me siento orgullosa.

miércoles, diciembre 20, 2006

Los peluqueros de mi vida

Tengo 32 años. Debo asumir que no he tenido una vida emocional estable. He tenido muchas relaciones, encuentros, novios, desencuentros, equìvocos, barrancos, etc, etc, etc. Tambièn debo confesar que esto de la inestabilidad emocional siempre me ha preocupado, pues he tenido la sensaciòn de que no puedo tener una relaciòn estable,de cualquier ìndole.

Aunque pensàndolo bien y detenidamente hace algunos dìas, me di cuenta que sì puedo tener relaciones estables y que ademàs puedo ser fiel. ¿Còmo lo se? Pues, es el tipo de relaciones que he tenido con mis peluqueros.

En 32 años solo he tenido tres peluqueros. Con los tres he tenido relaciones super estables (de màs de 5 años cada una), nunca les he sido infiel (ni siquiera en casos extremos) y las relaciones han terminado cuando ellos se han marchado, han sido ellos los que me dejaron a mì.

Paso a contar. Mi primera peluquera fue Josefina, una mujer de Republica Dominicana. Ella peinaba a mi mamà desde que yo tenìa unos 10 años y siempre me dije que ella serìa la primera en mi vida. Y asì fue, a ella le entreguè mi cuero cabelludo por primera vez, para que me lo lavara, lo manipulara, en fin, para que hiciera con èl lo que quisiera. Con ella tuve mi primera permanente, con ella tuve mis primeras equivocaciones en materia de cabello. Era tan buena que hasta le perdonaba los errores que cometia. Con ella estuve feliz hasta los 21 años, cuando decidiò mudarse a Estados Unidos.

Desolada, comencè a recorrer un par de peluquerìas sin correr con suerte. La extrañaba en cada secado de cabello, en cada mal corte. Fue una mala època en mi vida.

Luego, volvì a enamorarme. Esta vez de Carlos. Un hombre maravilloso con el que volvi a creer en los tintes y en soltar la cabeza para entregarme a su maravilloso instrumento. Con èl vivì momentos maravillosos, me hizo moños, me acompañò el dìa de la boda de mi hermano, me hizo los mejores cortes que alguien jamàs me hubiera podido hacer. Todo iba muy bien hasta que decidiò mudarse a Estados Unidos. Una vez màs quedè en el aire... triste, acongojada y con el cabello hecho añicos.

Pasaron algunos meses y encontrè a Cèsar, el uruguayo. Con èl, me atrevì a ponerle color a mi cabeza, con èl volvì a sentir la màgica sensacion de una tijera que me cortaba y me daba placer. Con èl, estoy desde hace siete años. Y mientras no se vaya a Estados Unidos, me quedarè a su lado. De hecho, este año que he estado viviendo en Buenos Aires, no he dejado que me corten en cabello, es decir, he sido fiel. Y estoy esperando ansiosa volver a mi paìs para reencontrarme con este hombre.

Ahora que escribo esto me lleno de aliento. Sì puedo mantener relaciones estables en mi vida!!!! Mi cabello es una muestra de ello.

viernes, diciembre 01, 2006

Infierno verde

Hoy el infierno es verde. La tierra azul. El pasto rojo. Las rosas rojas son turquesa. El mundo es del color de quien los mira, decìa siempre Tomàs.

Tomàs no le contaba a nadie sobre còmo veìa las cosas, sobre eso de que veìa las cosas de colores diferentes. Creìa que nadie podrìa entenderlo y temìa que lo tildaran de loco. Todavìa recordaba cuando estaba en el colegio y la maestra lo castigaba por pintar el cielo de verde y el sol de violeta. "Ella no entendìa nada", pensò èl. Su madre era mucho màs paciente con èl, sabìa que su hijo tenìa esa extraña enfermedad de los ojos que afectaba a los hombres de esa familia.

Mientras Tomàs recordaba esto estaba en la cama. Las nubes de ese dìa dìa eran de color dorado, las palomas que revoloteaban el lugar eran rosadas. La sopa de tomate que se habìa tomado durante el mediodìa era marròn y el jugo de patilla, negro.

A Tomàs le habìa costado mucho encontrar amigos, ni hablar de estar en pareja. Eso de no ver los colores como los demàs, lo hacìa un ser muy particular al que pocos entendìan. El problema màs grave era que esa enfermedad sòlo afectaba a hombres. Y Tomàs todavìa no se habìa encontrado con alguno, al menos para compartir las penas bebiendo una vodka de color naranja con jugo de naranja color verde agua, en la barra de algùn bar.

En un momento, tuvo que hacer un glosario de colores. En un lado colocò los colores que veìan los demàs y en la otra columna escribiò los que èl veìa. El problema surgiò cuando los colores que iba registrando la vista de Tomàs cambiaban. Borraba y borraba la enorme lista que parecìa no tener final. Un dìa, decidiò dejar la lista a un lado.

Tomàs optò por disimular delante de todos. Se comportaba como un ser normal y se habìa programado para no pasar el semàforo cuando le aparecìa su verde, pues sabìa que a pesar de que èse era el color que èl veìa, no era el mismo que veìan los otros. Asì hacìa con todo. Le costaba mucho trabajo disimular, pero bueno, fue la ùnica manera de pertenecer a algùn grupo. Eso tambièn lo agotò.

En una etapa màs sombrìa, decidiò quedarse solo en su casa. Practicamente no salìa. Tomaba tè en las mañanas, mucha agua porque es transparente y cafè color vinotinto que se preparaba con leche plateada... Tampoco lo ayudò mucho esto de estar encerrado.

Asì que tomò una decisiòn màs dràstica. Decidiò dejar de ver. Se quitò la visiòn. Estaba seguro que ese dolor tan profundo de no tener ojos iba a ser recompensado con la idea de ser parecido a los demàs. Por fin iba a poder compartir una paleta de colores con los otros. Cuando una persona dijera que el sol era amarillo, èl podrìa verlo asì en su mente. "Estos ojos de mierda que no me servìan para nada", dijo con rabia y dolor.

Tomàs està ahora en la cama de un hospital. Su cuerpo se recupera, pero su vista no. El doctor le dijo a la madre que Tomàs se habìa convertido en un invidente. Tomàs seguìa adormecido por los calmantes que tuvieron que darle. Querìa abrir los ojos que ya no tenìa para darse cuenta que habìa logrado exitosamente su misiòn de "no ver". Lo que no calculò Tomàs es que aunque ya no tenìa ojos o vista, en su mente el infierno seguìa siendo verde, la tierra azul, el pasto rojo y las rosas rojas de color turquesa.

martes, noviembre 14, 2006

viernes, noviembre 10, 2006

SABOR A AGUA

Dedicado a todos los que alguna vez sintieron miedo...

Ramón es campeón mundial de clavados en Acapulco. Se fue a vivir a un país del Sur. Allí, en este nuevo lugar, no tenía amigos ni familia. Estaba solo. Así que cuando llegó, pasaba mucho tiempo haciendo lo que más le gustaba hacer: lanzarse al mar desde una piedra muy alta. Allí pasaba muchas horas.

A lo lejos de la playa que escogió Ramón para practicar sus clavados había varios restaurantes. En uno de ellos, “La olla encendida”, estaba Elena, la chef y dueña del local. Era muy conocida por sus ricos guisos y sobre todo, por usar picante en sus comidas.

Elena, desde su cocina, vio un día a Ramón caer al mar desde lo alto. Desde el primer momento sintió mucha curiosidad, no sólo por saber quién era ese hombre, sino por saber qué se sentía lanzarse al agua. Ella, a pesar de vivir tan cerca del mar, nunca se había metido en él. El miedo la vencía. Siempre daba excusas para quedarse seca. Cocinaba y se quedaba seca. A Elena se le ocurrió una idea para vencer su curiosidad.

Ramón extrañaba su comida típica. Extrañaba el sabor de su patria. Y ese lunes todo cambió. Como si alguien hubiera podido leerle la mente, Ramón recibió justo lo que estaba necesitando. Al salir del agua esa tarde encontró en la orilla del mar una bandeja de tamales y al lado una nota que decía: “Bienvenido”. Ramón comió todos los tamales y se sintió nuevamente en casa. Le llamó la atención el detalle y sintió curiosidad por saber quién le había dejado este regalo. Durante los días siguientes volvió a suceder. Ramón salía de mar y allí estaban los tamales, cada día con una nota diferente. “Disfrútalos. Yo disfruto ver cómo te sumerges en el agua”, decía uno de los papeles. Ramón contestó por primera vez. “Gracias por los tamales. Al comerlos me siento en casa. ¿Quién eres? Quiero verte.”, escribió en la nota.

Luego de recibir la nota de Ramón, Elena no se animó a aparecer nuevamente. Sintió el mismo miedo que cuando pensaba en el mar y en mojarse en él. Así que se encerró en su cocina y decidió no volver a dejarle tamales a Ramón en la orilla de la playa.

Ramón comenzó a extrañar. Salía del agua buscando la bandeja y las notas. Pasaron los días y nada pasaba. No había tamales, no había notas. El vacío volvió a la vida del clavadista. Así que él decidió buscarla.

Ramón comenzó a visitar todos los restaurantes de la playa. En todos ordenaba lo mismo: tamales. Ninguno era como los de la orilla de la playa. Hasta que llegó a “La olla encendida”. Llegó y pidió los tamales. Los reconoció al primer bocado. Ramón hizo llamar al chef. Elena salió de la cocina y lo reconoció de inmediato, estuvo a punto de no acercarse. Él se acercó y le dijo que la había estado buscando. Ella le dijo que el miedo la había vencido. “¿Miedo a qué?”, preguntó él. “Al agua. A ahogarme”, dijo ella. Hablaron mucho. Él le contó sobre sus miedos y ella sobre los suyos. Siguieron hablando durante mucho rato.

Un amigo que los conoce me contó que ahora Elena se moja los pies en la en la orilla de la playa mientras espera que él salga del mar. Ramón ya no extraña sus sabores, porque encontró uno nuevo.

martes, noviembre 07, 2006

CUESTIONARIO MUSICAL (TRES)

Andrès (El prendo) y Pilar postearon en sus blogs un cuestionario musical. Son 12 preguntas y deben ser contestadas con titulos de canciones de un Artista o Grupo musical que te guste mucho o que te de la gana...
Yo contestè el mio con canciones de Silvio Rodrìguez... Pilar lo hizo de Cafe Tacuba y de Los Amigos invisibles y el Prendo lo hizo de Spinetta. Henmy de Alejandro Sanz y Mexi, por supuesto, de Lila Morillo. Alguien mas se anima a responder el suyo?

1) ¿Eres hombre o mujer?
R: Eva

2) Descríbete
R: Compañera

3) ¿Qué sienten las personas cerca de ti?
R: No hacen falta alas

4) ¿Cómo te sientes?
R: Al final de este viaje…

5) ¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental?
R: Tu fantasma / Angel para un final

6) Describe tu actual relación amorosa
R: Te amare y después…

7) ¿Dónde quisieras estar ahora?
R: Playa Giron

8) ¿Cómo eres respecto al amor?
R: Desnuda y con sombrilla

9) ¿Cómo es tu vida?
R: Dias y flores

10) ¿Qué pedirías si tuvieras sólo un deseo?
R: Causas y azares

11) Escribe una cita o frase famosa
R: “Anda, corre donde debas ir. Anda, que te espera el porvenir.
Vuela, que los cisnes están vivos.
Mi canto está conmigo, no tengo soledad”.

12) Una despedida
R: Requiem

domingo, agosto 13, 2006

lunes, marzo 20, 2006

IDEAS SOBRE LA SEDUCCION

Este fin de semana estuve pensando y reflexionando mucho sobre el tema de la seducciòn. Y tengo algunas ideas que me gustarìa compartir.

En primer lugar, creo que existen tres tipos de personas en el tema.

TIPO 1: El + (el seductor o seductora)
Aquella persona de armas tomar que tiene un objetivo, va por el y seduce al otro. No se para en cuentos y tiene claro lo que quiere.

TIPO 2: El +/- (el cero)
Persona que se deja seducir. No da el primer paso pero sì el segundo. No agarra y se deja agarrar. No besa y se deja besar.

TIPO 3: El 0 + 0 (cero màs cero)
Persona cerrada a la seducciòn. No quiere seducir ni que lo seduzcan. Es como una pared en el tema.

Lo segundo que quiero decir es que los tipos varian, no solo segun las personas sino tambien segun los momentos que cada uno vive. Hoy puedes estar seductor y a la mañana siguiente, puedes estar en 0 + 0. Quien quita!

Què pasa cuando estos tipos se encuentran???

Algunas teorias...

El TIPO 3 no tiene vida con ninguno de los dos tipos. Tampoco con uno de su mismo tipo. Si se encuentran dos TIPO 3, es como se si encontraran dos matas (asexuales), es decir, no pasa nada. Es esos tipos de encuentros en los que se puede conversar del clima, pero de nada mas.

Si el TIPO 1 se encuentra con otro TIPO 1, la cosa se complica un poco. Ambos querran seducirse y ninguno se dejara. Es como si ambos quisieran guiar el baile. Terminaran pisandose en algun momento.

Si un TIPO 2 se encuentra con un TIPO 2 surge la historia triste. La de "ambos quieren y no pasa nada". Es cuando esa gente se encuentra y deja todo para el dia siguiente o ninguno de los dos da el primer paso esperando que el otro lo haga. Y es que ambos quieren ser seducidos. Estan listos para dar el segundo paso, no el primero.

Asi que, segun esto y al parecer, lo mejor es cuando un TIPO 1 se encuentra con un TIPO 2. Uno seduce y el otro sigue la pista del primero. Uno manda y el otro obedece. Uno besa y el otro se deja besar.

Si de conclusiones o recomendacioes se trata, solo tengo una cosa que agregar:
Ubicate en tu tipo y sal a la calle teniendo claro en que andas. Asi seras mas feliz tu y haras perder menos tiempo al otro.

Obviamente, esta "teoria" puede variar y quien lea esto puede estar de acuerdo o no.

Para seguir leyendo...

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