domingo, octubre 30, 2011
Qué difícil!
Qué difícil cada chao. Qué difícil cada despedida. Cada último beso del día, de la noche o de la tarde.
Qué difícil no dejarte mi corazón en consignación en cada encuentro.
Qué difícil no perderme en tu aliento.
Qué difícil olvidar tu olor. El roce de tus manos por mi cabello, o los besos que mis manos reciben de tu boca y que las hace sentir acariciadas y felices.
Es difícil no cerrar los ojos ante el abrazo. Es difícil no suspirar cerca de ti. Es difícil no sentir que el corazón estalla dentro de mí con cada segundo que pasa.
Qué difícil no quedarme. O no dejarte irte.
Es muy difícil no derretirme, diluirme, o no entregarme ante cada palabra, gesto, mirada o momento de risa.
Qué difícil no ceder ante la causalidad y sus mensajes.
Qué difícil es dejar de sonreír cada vez que te recuerdo.
Qué dificil es no quererte cada día más.
Es difícil marcharme a solas. Solo lo hace más fácil la seguridad del próximo beso, de la próxima mirada y de la siguiente sorpresa. Solo lo hace más fácil, la seguridad que tiene mi alma de que a pesar de la distancia entre tu cama y la mía... hay una distancia interna que ya no es tal.
Es difícil, cada vez más difícil el último beso del día, de la noche o de la tarde.
lunes, octubre 24, 2011
Bienvenidas mariposas
Estando en Cataratas de Iguazú, vi una cantidad de mariposas
que nunca había visto en mi vida. No parecían parte de la naturaleza, parecían más bien otros
visitantes más del parque. Ellas se montaban en los trenes, caminaban a nuestro
lado, se sentaban en las banquetas verdes para descansar.
Una de ellas, creo que la más lanzada del grupo, se detuvo
en mi brazo. Suave, delicada, gentil, casi imperceptible y, al mismo tiempo,
hermosa, imponente, bella, presente, total.
Así me siento ahora. Exactamente así. Como cuando esa mariposa se detuvo a vivir unos segundos en mi brazo. Y logramos convivir juntas de una manera suave y sutil. Como quien sabe perfectamente que “algo” hermoso llegó y al mismo tiempo que nada pesa, que sus patas aterrizaron suavemente y sus colores se hacen notar.
Estoy embebida. Tomada. Con tal sutileza que parece que “nada” estuviera sucediendo. Y al mismo tiempo, estoy tomada, embebida y “todo” está sucediendo.
Bienvenidas mariposas.
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