Estando en Cataratas de Iguazú, vi una cantidad de mariposas
que nunca había visto en mi vida. No parecían parte de la naturaleza, parecían más bien otros
visitantes más del parque. Ellas se montaban en los trenes, caminaban a nuestro
lado, se sentaban en las banquetas verdes para descansar.
Una de ellas, creo que la más lanzada del grupo, se detuvo
en mi brazo. Suave, delicada, gentil, casi imperceptible y, al mismo tiempo,
hermosa, imponente, bella, presente, total.
Así me siento ahora. Exactamente así. Como cuando esa mariposa se detuvo a vivir unos segundos en mi brazo. Y logramos convivir juntas de una manera suave y sutil. Como quien sabe perfectamente que “algo” hermoso llegó y al mismo tiempo que nada pesa, que sus patas aterrizaron suavemente y sus colores se hacen notar.
Estoy embebida. Tomada. Con tal sutileza que parece que “nada” estuviera sucediendo. Y al mismo tiempo, estoy tomada, embebida y “todo” está sucediendo.
Bienvenidas mariposas.
1 comentario:
Q bella foto Raiza, y el blog lo voy a tener para consultarlo de vez en cuando, me encantan las historias.
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